COCINANDO PARA
ALIMENTAR EL ESPÍRITU
“No parece ni que sea Navidad”. “Si
al menos tuviéramos dinero para una gran cena...” “Antes podía comprar muchos
más regalos”. “Como están las cosas, no tengo ganas de nada”.
Estas frases suenan de lo más
familiares. Al escucharlas parece que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Y aunque no falten motivos para
el desaliento, y aunque el tópico de la felicidad idílica en Navidad no es más
que eso, un tópico, conviene no desatar al Grinch que a veces parecemos llevar
dentro. Esa criatura ficticia que, llevada por una actitud tosca, taciturna y
triste, odia la Navidad e intentará por todos los medios hacer fracasar la
celebración de la misma.
La cuestión es si alguna vez nos
hemos planteado qué lleva al Grinch a esa situación, y sobre todo qué hubiera
podido hacer éste para combatir la desazón con la que carga.
La referencia al Grinch no es más
que un guiño a la literatura navideña, pero aún así nos puede servir para
plantearnos cómo afrontar determinadas situaciones. Si hace poco hablábamos de
la huella que los malos hábitos, pensamientos pueden producir en nuestras redes
neuronales, igualmente importante es ser conscientes de qué elementos en
nuestra vida están bajo nuestro control y cuáles no.
Sin duda, este es un aspecto que
puede contribuir en gran medida con nuestro bienestar psicológico y emocional.
Tenemos en nosotros mismos y en nuestras actitudes y aptitudes, grandes aliados
sobre los que apoyarnos. Pero tampoco conviene olvidar que por mucho que nos
empeñemos en modificar otros, solo nos acarreará frustración.
No podemos controlar la situación
económica del país ni la crisis, pero podemos hacer uso de la creatividad para
disminuir el gasto y a la vez, aumentar nuestro sentimiento de valía personal.
¿Por qué no manufacturar los regalos navideños? Todos tenemos habilidades que
compartir y regalar a nuestra gente.
Suelen resultar muy económicos, únicos, exclusivos y cargados de una
dosis extra de cariño que un regalo material comprado rara vez alcanzará. Si
nos paramos a pensar en el verdadero sentido del intercambio de regalos tal vez
recuperemos un significado algo distinto del actual.
Otra estrategia utilizada por
familias y grupos de amigos es el amigo invisible. Este viejo juego infantil es
un sistema de lo más práctico, ya que garantiza que todo el mundo sienta la alegría
de recibir un presente al tiempo que la ilusión de buscar algo adecuado a
nuestro amigo invisible.
Algo parecido podríamos decir de
las copiosas y opulentas comidas navideñas. ¿Qué es más importante… compartir
mesa con la gente a la que queremos y apreciamos o procurarnos la cena o comida
más exquisita del año? Desdramatizar y evitar hacer generalizaciones ayuda a
hacer frente a pensamientos negativos. No pasa nada si en nuestra mesa no hay
marisco o cordero. Realmente no pasa nada. Ni tampoco significa que por esa razón
todo sea lastimoso, ni que siempre tenga que ser así. Dice la frase que “no es
más rico el que más tiene, si no el que menos necesita”, y yo me atrevería a
añadir, que el que más sabe disfrutar con lo que tiene.
Hilando incluso un poco más fino,
si contemplamos la cena desde el mismo momento en que empieza a prepararse es
otra oportunidad para desarrollar la creatividad y compartir. Disfrutar el
momento. Todos los miembros pueden contribuir de alguna forma a la preparación,
en la cocina, estando más que demostrado que este es un momento inmejorable
para el diálogo.
Así, entre palabra y palabra,
tenemos los ingredientes adecuados para la receta de disfrutar del presente,
importante indicador de la salud mental y el bienestar psicológico.
Recordad pues … una buena dosis
de creatividad, medida y media de diálogo, cuarto y mitad de flexibilidad, dos
buenos puñados de amigos y familiares, sentido del humor en dosis concentradas.
Se juntan todos los ingredientes, se desdramatiza hasta reducir todo lo posible
y se relativiza un poco. Se sirve frío o caliente a gusto de cada uno.
Con todo, y un poco más
preparados para recibir el nuevo año, es un buen momento para hacer la lista de
los buenos propósitos, o dicho de otra forma, para pararnos a pensar cuáles son
nuestras metas, nuestros objetivos para el 2013, a corto, medio y largo plazo.
Y no solo el punto de partida y el de llegada, sino aquellos pasos intermedios
que nos ayudarán a conseguir lo que queremos y a disfrutar de ello por el
camino.
Como bien dice la sabiduría
popular … Ningún viento te llevará a puerto si no
sabes a dónde vas.
¡¡¡ FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2013!!!
Muy cierto y muy real, es necesario refrescar siempre nuestra mirada del mundo para disfrutarlo mas y vivirlo intensamente, desde el espacio en el que nos encontremos. Y para acompañar este cambio, usteds son fenomenales, feliz 2013 tambien a cada uno de los miembros de este gran equipo.
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