jueves, 12 de septiembre de 2013

El arte de criticar: “Haciendo que la persona mire a la luna y no a nuestro dedo señalándola”

Ya sólo la palabra "criticar" no suena del todo bien, y por más que digamos lo contrario, seamos honestos (pongamos la mano en el pecho), criticar y ser criticado no es lo mejor que nos puede pasar en el día. Pero aunque no parezca ser lo mejor, es altamente necesario.
La acción de critica constructiva tiene un acto inevitable de “invitación al cambio” o “ayudar para enmendar un error que pueda conducir al éxito”, es aquí donde el receptor dependiendo de sus capacidades podrá, en parte, aceptar el lado bueno de la crítica y retenerla en el tiempo. Lamentablemente esto no es tan fácil, tal parece que traspasar esa sutil barrera invisible es todo un arte, una espada de dos filos que es empuñada por el creador de dicha evaluación constructiva.
Muchas veces algunos de nuestros clientes fracasan cuando trasladan su opinión constructiva a otra persona, esta última parece que no quiere atender , “le entra por un oído y le sale por el otro” incluso llegando a alterarse (molesta, entristece ,etc..) llevando dicha crítica a una discusión digna de un cuadrilátero o en su defecto a un silencioso “me las pagarás”.
 Ello se puede mejorar potenciando alguna de nuestras capacidades, la primera de todas y la más básica es saber si nosotros somos capaces de clarificar lo que queremos decir y si realmente va aportar un resultado útil. Una vez que esto esté resuelto hay que esforzarnos por entender a la otra persona, la situación en la que se encuentra, el esfuerzo que ha realizado y “cuan a la defensiva” se va a posicionar. Ante ello quizás sea lógico encontrar un espacio adecuado para invitar a la reflexión y si no es así, siempre ayuda empezar hablando de experiencias o situaciones que hemos visto en otras personas respetables, incluso de nuestros propios errores que una vez enmendados nos condujeron al éxito, siempre incluyendo palabras de aliento, que rescaten lo que la otra persona ha hecho bien; ya que como decía un gran profesor “criticar es como un bocadillo, el pan siempre rodea a la carne de adentro, por ello el pan representa los refuerzos, y la carne que va en medio representa lo que hay que mejorar”.
Si ya hemos logrado posicionarnos con la otra persona y queremos que esta también se ponga en nuestra posición debemos de evitar a cualquier coste el usar palabras negativas con intensidad afectiva u emocional tal como: “me has fallado”, “tú sabías cómo me iba a sentir”, “no nos entendemos”, “otra vez lo has perdido todo”, “esto es lo que puedo esperar de ti”, “cosas así hacen que me arrepienta”, “yo conozco eso mejor que tú”. Cuando las incorporamos en nuestro discurso, sin querer estamos disparando al corazón de la otra persona y no a su mente reflexiva. Esta afrenta abre la veda a cualquier frustración del pasado y sobre todo distorsiona gravemente la comunicación real, trivializando las relaciones, abriendo una brecha entre una y otra persona (hay personas que nunca cierran zanjas y las pueden tener ahí guardadas durante años).
Por el contrario si usamos palabras positivas, que invitan a avanzar , indudablemente estimularán y darán “alas” a la persona. Es ahí cuando podemos señalarle y darle luces del camino a trazar. Haciendo que mire a la luna (el objetivo real) y no a nuestro dedo(el conflicto en sí)1.
En Fent Psicologia estamos seguros que podemos potenciar tus capacidades, visítanos, las puertas de nuestro despacho están siempre abiertas.

Gustavo Rullier y Diana Poveda
info@fentpsicologia.com
1 Inspirado en el proverbio: “cuando el sabio señala a la luna, el tonto mira al dedo”.