martes, 13 de mayo de 2014

MALA SUERTE EN EL AMOR…

Cliente: “…Es que siento que tengo un imán para atraer al hombre equivocado, da igual su nacionalidad pues parece que todos estuvieran cortados por el mismo patrón. Tengo mala suerte en el amor…”
Terapeuta: “Aunque pudiera parecer mala suerte, me pregunto si de todas estas experiencias hay algo que pudiera depender de ti para marcar un antes y un después en cada una de ellas; seguro que juntos podemos hacer de ello un aprendizaje para que te resulte útil, diferenciador y enriquecedor.”
Cuando evoco la palabra “suerte” me viene a la mente una persona, un ente que se encuentra sometido al fortuito azar, sin capacidad de maniobra o al menos con un muy bajo control de la situación; y la verdad, haceamor-e1297287629313cuestionarme sobre el riesgo de circunscribir hitos importantes de nuestra vida: como el amor, la felicidad, la educación de los hijos, el desarrollo personal, al mezquino o grato riesgo de la suerte.
En mi vida particular y con mis queridos clientes (de los cuales solo hago que aprender) suelo utilizar “La paradoja del bar”: ¿Quién no ha soñado con tener su propio restaurante, tienda o bar? Posiblemente muchos de nosotros. Pues bien la empresa del amor (que no la dimensión afectiva en sí o la alineación idealizada de la misma) es algo así como abrir un bar con un compañero de negocios.
¿A cuántos de nosotros se nos ocurriría abrir un bar con la primera persona que nos hace sentir en confianza?, ¿es correcto seleccionar así al compañero de negocios e hipotecas? ,¿Cuántas veces tendría que fracasar tu empresa hasta poner el foco en ti y no necesariamente en tu compañero? Si tuvieras un amigo que cada vez que hace un negocio 0c50ebef98789ee5f08ecd66dd65b6acose busca al compañero equivocado, ¿le dirías que la vida es una tómbola o le dirías que tiene que alinear sus requisitos entre aquello que quiere, aquello que necesita y aquello que le permitiría llegar a sus metas personales y conjuntas?; ¿solo te dedicarías a hablar mal de sus ex-compañeros o le animarías, a que se diera cuenta que el futuro de su empresa depende más de él que de con quien se encuentra por el camino?.
Es cierto no somos máquinas en contraparte tampocosomos marionetas del azar o cometas que vuelan sin cuerda o paradero. Se que es harto complicado disciplinar hábitos que diariamente se deslizan sutilmente en nuestros comportamientos. Es exigente regir sobre nuestro ser que nos moviliza con danzas emocionales (de sensibilidad o de carencia, de elementos supra-racionales o sustratos biológicos) pero somos nosotros los que elegimos nuestro destino, somos los propios labradores de nuestras experiencias y los que cosecharemos sus frutos, por ello hemos de discernir la harina del trigo y empezar a toup-carl-ellie-oldmar partido sobre las plantas y flores que queremos que adornen nuestro propio jardín. Cómo decía Erich Fromm el amor, que no el ser amado, es un arte y como tal requiere un esfuerzo y conocimiento.
En el intríngulis del amor o simplemente en nuestro paso por este planeta lo enigmático del camino siempre estará ahí, pues una cosa es el utópico intento de pretender controlar absolutamente el destino, como persona o pareja y otra muy distinta es no regir el propio “patrón” de nuestra vida (soy crítico con las teorías de Peter Bürger) .
Dejar rienda suelta a nuestras reacciones bioquímicas y a nuestra necesidad de solventar la angustia de la separatidad, sin poner atención en que cada opción que tomamos no viene solo de la magia o de un respetable Dios sino que en parte también viene de nosotros y si no ponemos el foco en ello no podremos conducirnos a un aprendizaje, re-aprendizaje, a una aproximación de lo que anhelamos tanto de día, como de noche.
Así como en el ejemplo de “la paradoja del bar” en la empresa del amor hay muchos indicadores que nos ayudará1365203400972-shrek_the_third-649x330x80xXn a conseguir un estado de bienestar (independiente del estado de plenitud parcial o total) y tildadme de clásico pero solo tenemos una vida que afortunadamente es nuestra. Hay que tomar partido en ella, ser miembros activos de la misma nos hará conocernos mejor, divisar nuestras expectativas y relegar el azar, al menos en parte, a los juegos de mesa.
Gustavo Rullier P.
Diana Poveda A.