“A un hombre se le pinchó la rueda de su coche y cuando este se dispone a cambiarla , se da cuenta de que no tenía la herramienta, el gato. Mira alrededor suyo y solamente observa una casa aislada a lo lejos, nada más.
Y hacia allí se dirige, con la intención de pedir un gato para poder cambiar la rueda y seguir su camino. Mientras anda en dirección a la casa, empieza a darle vueltas a la cabeza: - Es tarde.
- No me conocen de nada.
- Estoy sucio.
- Me dirán que no tienen gato para librarse de mi.
- Es una zona solitaria, seguro que han intentado robarles más de una vez. Y de esta forma se va cargando de negatividad y se va “calentando” , hasta que llega a la puerta y llama. El hombre todavía sigue dándole vueltas:
- No me van a abrir, y si me abren me echarán seguro - Qué poco solidaria que es la gente…
Cuando se abre la puerta, antes de que la persona de la casa pueda abrir la boca, el hombre le suelta a gritos: No necesito nada vuestro, puede meterse su gato donde le quepa”.
Y hacia allí se dirige, con la intención de pedir un gato para poder cambiar la rueda y seguir su camino. Mientras anda en dirección a la casa, empieza a darle vueltas a la cabeza: - Es tarde.
- No me conocen de nada.
- Estoy sucio.
- Me dirán que no tienen gato para librarse de mi.
- Es una zona solitaria, seguro que han intentado robarles más de una vez. Y de esta forma se va cargando de negatividad y se va “calentando” , hasta que llega a la puerta y llama. El hombre todavía sigue dándole vueltas:
- No me van a abrir, y si me abren me echarán seguro - Qué poco solidaria que es la gente…
Cuando se abre la puerta, antes de que la persona de la casa pueda abrir la boca, el hombre le suelta a gritos: No necesito nada vuestro, puede meterse su gato donde le quepa”.
Este cuento que tantas veces ha ilustrado a
otras personas y a mí mismo, es útil ya que refleja como nuestra mente
evalúa “supuestas realidades” y lo acompaña de una carga emocional. En
el caso del cuento le permite a nuestro protagonista predecir que quizás
en esa casa esta la herramienta que necesita y que no está demás ser
cauto ya que no conoce a quien habita en ella.
Está claro que anticiparnos a algo nos permite echar
mano de un sin fin de estrategias para resolver situaciones que no son
reales ; pero ¡atención!, quizás esas situaciones nunca lleguen a
suceder y el peligro reside en ello en que nuestra mente evalúa la
“supuesta futura situación” con la información (veraz o no), experiencia
(útil o no) y con los elementos que humildemente es capaz de predecir
(cómo por ejemplo en el desenlace del cuento). Es así como “adelantarnos
y pronosticar el futuro” es una de las más socorridas y también más
peligrosas herramientas cognitivas.
Adelantarnos “al mañana” centrándonos en sus “supuestos”
peligros no es del todo útil , a veces nos puede llevar a cometer
errores. Minar nuestro proyecto de futuro con terribles desenlaces
(“ya verás que no va salir bien”, “qué hago yo aquí” , “debí hacerle
caso a mis amigos” , “llegado el momento no sabré como hacerlo”, “quizás
no sea lo mejor para mi”, “y si….”) , sólo produce pensamientos
negativos que desmotivan, ponen el foco en lo que puede salir mal, nos
predispone al fracaso. Entonces obviamente lo más seguro es que el
resultado será un desastre que además nos reafirme en no volver a
intentarlo de nuevo.
Hacer nuevos proyectos centrándonos sólo en lo peor ;
como diría Albert Ellis es “terribilizar la situación”, llevarla a un
extremo realmente innecesario (esto no quiere decir que no hay que
desarrollar un plan de acción).
Así que la próxima vez que estemos evaluando
seriamente un riesgo, además de recabar toda la información “real y
fiable” sólo os sugiero que le deis algún “matiz colorido” a ese posible futuro, ya que como dice la psicóloga Joan Borysenko “las
personas que fantasean pensando en resultados satisfactorios es más
probable que sean optimistas en sus valoraciones y por tanto asuman algo
más de riesgo, lo que ayudará enormemente a obtener dicho resultado”.
Gustavo Rullier y Diana Poveda.
Psicología, Docencia & Coaching
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