lunes, 11 de noviembre de 2013

Vocación...

Corría el año 1985 y yo estaba por primera vez en un funeral sintiéndome impactado al ver a un familiar mío llorando; aún puedo rememorar como en ese preciso instante, sin ser consciente del todo, mis ojos se llenaron de lagrimas y no se porqué yo también empecé a llorar, era una sensación extraña, era algo realmente nuevo: mientras me ahogaba en mi pequeño sofoco sentía que mi pecho ardía con aires de impotencia ya que alguien a quien yo amaba estaba sufriendo y yo no podía hacer absolutamente nada para restarle dolor...
 … no se cuando fue el primer momento en el escuche algo real respecto a la psicología, quizás fue cuando mi amiga Natalia me habló de dicha profesión, quizás fue cuando mi profesor Hugo impartió dicha materia, no lo sé, pero lo que si sé es que antes de ponerle nombre a mi carrera profesional, yo ya sabía que “forma y sentido” tenía que tener mi vocación y definitivamente no pasaba por alimentar a una corporación, tenía que pasar por que mi vida diera sentido a otras vidas, de algún modo tenía que ser así.
Los años no pasan, vuelan y hoy miro hacia atrás , dándome cuenta que tener el título de psicólogo, master,cursos, etc... no me ha cambiado la vida (que absurdo sería si fuera así), pero si ha orientando y dado luces a mi camino,me atrevo a decir que unir nuestra vocación con nuestra profesión es una suerte infinita que nos lleva a crecer y que en mi caso me ha impulsado a progresar en mis estudios.
Desde Perú hasta Pamplona, Copenhague y Valencia mi vocación social-sanitaria me ha catapultado a ser más feliz conmigo mismo, a ser perseverante a pesar de todos las veces que la gente y la vida parecía y parece decir “NO”.
Al igual que mis queridos compañeros de profesión, con todo seguridad puedo decir que soy dichoso dándole sentido a mi existencia, y sirviendo de mi vocación para quién la necesite, evitando que la gente a mi alrededor sufra innecesariamente.
No hay fronteras, sólo escaleras que subir,sólo tiempo para dar la gesta,..., esta es una carrera de fondo que no se corre con la mente sino con el corazón,...
..., con crisis o sin ella, con más tiempo o con más paciencia,

Gustavo Rullier.