PROCRASTINAR: DEJAR PARA MAÑANA
LO QUE PODRÍAMOS HACER HOY
Qué paradójico … Una palabra tan
“rara” para dar nombre a un fenómeno tan común.
Pro: a favor de - Cras:
día siguiente, mañana.
Así somos los humanos, tan
contradictorios que aún sabiendo que debemos hacer algo, lo postergamos a un
mañana que parece no llegar nunca, aún a sabiendas de que ésto solo nos
acarreará estrés, sensación de inutilidad, “mala conciencia”.
Lo que tal vez deberíamos
preguntarnos es hasta qué punto limita esto nuestra vida y qué se esconde
detrás del hábito de postergar las cosas.
Ocasionalmente, tras el
aplazamiento de tareas se halla la falta de organización del tiempo o una dosis extra de pereza. De hecho, y
rozando de nuevo los lindes de la paradoja, en un momento de procrastinación
podemos resultar extremadamente creativos y prolijos.
Los hábitos son conductas
aprendidas y por tanto modificables. Podemos crear un hábito que no existe o
que no es consistente en el tiempo, pero a veces, es una cuestión más de fondo.
Lo primero que debemos pensar es
en qué medida el aplazamiento continuado e injustificado de tareas, decisiones,
interfiere en nuestra vida.
Lo segundo que conviene es llevar
a cabo un ejercicio de reflexión, de introspección. Si analizamos qué es lo que
nos inmoviliza podremos saber qué barreras, qué miedos, inseguridades nos
impiden actuar, obligándonos indefinidamente dar el primer paso, tomar la
decisión. Este es el momento en el que echamos mano de las excusas y
justificaciones.
Por el contrario, si nos fijamos
en lo que nos lleva a la acción, encontraremos la fuerza impulsora que nos
motiva (valores, creencias).
Además del autoconocimiento y la
sinceridad con uno mismo, hay algunas estrategias que nos pueden ayudar a
plantarle cara a la procrastinación:
·
Haz listas de lo que tienes que hacer, por
escrito y otorga orden de prioridad. Diferencia entre lo importante y lo
urgente.
·
Establece un plan realista con objetivos, plazos
y premios por haberlos cumplido.
·
Divide las tareas en pasos más pequeños. Evita
pensar en términos de “todo o nada” ya que si te lo ves una montaña, no
empezarás nunca.
·
Prevé las dificultades que pueden surgir, los
materiales o condiciones que vas a necesitar y las distracciones que te pueden
atrapar. En este apartado merecen especial mención las redes sociales, internet
y el móvil, fuentes infinitas de procrastinación. Decide con antelación no tener abierta la pestaña de
internet, desconecta los avisos y notificaciones del móvil durante un periodo
determinado.
·
No esperes a tomar decisiones hasta haber
recabado el 100% de la información. Atrévete con un porcentaje menor. La
iluminación no te encontrará de repente.
·
Y por último, no olvides que “el peor enemigo de
lo suficientemente bueno es la perfección”. El perfeccionismo excesivo es muchas
veces el origen de la procrastinación.
Dicho esto, no dejes que la
necesidad de satisfacción inmediata guíe el rumbo de tu vida. Ser capaz de
demorar una recompensa nos hace más dueños de nosotros mismos.
Diana Poveda y Gustavo Rullier
www.fentpsicologia.com